domingo, 15 de febrero de 2009

GOTAN – Gelman (un jueves en algún lugar entre la Araucanía y los Ríos)

 

Debo reconocer que Gelman no es (o era) de mis primeros favoritos.  Pero hoy, como alguna vez en tierras Uruguayas, me encontré con él en una libraría de esas extrañas, de esas enanas, que sólo tienen los libros necesarios, muy pocos, pero siempre el adecuado. 

Yo de viaje de varios días, con sólo dos novelas en el bolsillo, ya tenía un fuerte síndrome de privación con respecto a la Poesía, así que compré GOTÁN, debo admitir,  medio a regañadientes. 

Casi sin querer a orillas del Calafquén, flanqueado por mis hijos, también leyendo (ella por primera vez cara a cara a “el Principito”, imaginen ese acontecimiento, y él hojeando una revista leyendo los dibujos), se me ocurre animar la tarde con un poco de Piazzolla.  Que decir, los acordes me endurecieron un poco, así sin palabras era como si me entrara de a poco el lunfardo por las venas, y me volví mas “Gallo” para ese instante, que hasta ahí ya era mágico. Y así abrí GOTÁN, en el estado en que hay que abrirlo, y tropiezo con versos como:

“…Como la gente llora en los rincones

más oscuros del alma y sin embargo

sabe reír, sabe andar derecho…”

 

“…iba sin una luz, sin una rosa,

sin un poco de mar, sin un amigo

me vió el caballo de la calesita.

Me vio tan sólo que se fue conmigo…”

 

“… porque no puedo más, tengo riñones

y soy un hombre…”

 

“… Albañil con vergüenza,

yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,

para darte la voz,

para poner dulzura en tu saliva…”

 

“La caricia tiene la forma de tus brazos,

aguarda en ti encerrada…”

 

“Tócame la mejilla por si encuentras

un humedad antigua y olvidada.

Es del tiempo en que quise ser caballo

para no ser fantasma…”

 

Y tantos, tantos otros, que me hacen descubrir a otro Gelman, otro que por propia estupidez o liviandad no conocía.  Y viene la duda, cuantos Gelman me estoy perdiendo, a cuantas librerías de esas enanas no estoy entrando sólo por ceguera.

 

Así les dejo este hermoso texto de este gran poeta, un fragmento de “Viendo a la gente andar”, se lo debo a Don Juan:

 

“Viendo a la gente andar, ponerse el traje
el vestido, la piel y la sonrisa
comer sobre los platos dulcemente
afanarse, correr, sufrir, dolerse
todo por un poquito de pan y de alegría,
viendo a la gente, digo, no hay derecho
a castigarle el hueso y la esperanza,
a ensuciarle los cantos, a oscurecerle el día,
viendo, sí,
cómo la gente llora en los rincones
más oscuros del alma y sin embargo
sabe reír y andar derecho,
viendo a la gente, bueno, viéndola
tener hijos y esperar y siempre
creer que van a mejorar las cosas
y viéndola pelear por sus riñones,
digo gente,
qué hermoso andar contigo
a descubrir la fuente de lo nuevo,
a arrancar la felicidad,
a traer el futuro sobre el lomo, hablar
familiarmente con el tiempo y saber
que acabaremos y de una buena vez por ser dichosos,
qué hermoso, digo gente, qué misterio
vivir tan castigado
y cantar y reír
¡qué asunto raro!…”

 

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Y además me atrevo a dejar un abrazo y un poco de “Invierno porteño”  de Piazzolla, para preparar el ambiente.

domingo, 1 de febrero de 2009

EL TIGRE - (PABLO NERUDA, del libro "Los Versos del Capitan")



Soy el tigre. 
Te acecho entre las hojas 
anchas como lingotes 
de mineral mojado. 

El río blanco crece 
bajo la niebla. Llegas. 

Desnuda te sumerges. 
Espero. 

Entonces en un salto 
de fuego, sangre, dientes, 
de un zarpazo derribo 
tu pecho, tus caderas. 

Bebo tu sangre, rompo 
tus miembros uno a uno. 

Y me quedo velando 
por años en la selva 
tus huesos, tu ceniza, 
inmóvil, lejos 
del odio y de la cólera, 
desarmado en tu muerte, 
cruzado por las lianas, 
inmóvil en la lluvia, 
centinela implacable 
de mi amor asesino.